CONSTRUYENDO
EL TEMPLO
Había pasado otra semana desde que Kan
hablase con su padre, había estado muy ocupado aprendiendo y practicando. Se
había organizado todo el día minuto a minuto sin dejar de lado los tiempos de
descanso y distracción.
Sólo había pasado una semana y gracias a
su organización había rendido como si hubiera trabajado un mes entero sin
descanso.
Se habían unido dos personas más a su
equipo de aprendices de Samurai. El primero había
sido un amigo de la niñez que no veía desde hacia
muchos años. Enseguida se apasionó con la vida del Samurai
y se unió a él.
El otro era un viejo guerrero con el que
se había topado por el camino a casa una tarde lluviosa. Charlaron por el
camino y cuando el nuevo amigo de Kan le preguntó que era en lo que ocupaba su
tiempo. El joven Samurai le impresionó diciéndole que
era parte de un inmenso equipo de Samurai. Al
principio Uter "el Guerrero" se rió del
joven aprendiz, diciendo que si todos los "Terribles Samurai"
eran como él... pocas guerras podían ganar. Kan se sintió ofendido, pero
reconoció ante el experimentado guerrero que él era sólo un aprendiz recién
incorporado, y le contó algunas de las aventuras de su padre. Uter, al escuchar esto y ver la sinceridad en la mirada de
Kan y la seguridad con la que contaba hazañas increíbles, decidió que como poco
tenía que darse la oportunidad de probar. Ya era un hombre maduro, y le parecía
irrisorio estar a las ordenes de un niño de doce años... sin embargo calculó
que con que aprendiera sólo la mitad de las hazañas que le relataba Kan, la
cosa merecería la pena.
Ahora Kan tenía una responsabilidad mucho
mayor, tenía a tres personas a las que enseñar. Empezó repitiendo palabra por
palabra lo que había aprendido en los últimos días a cada uno de los miembros
de su pequeño equipo.
A continuación, entusiasmado fue a ver a
su padre para preguntarle lo que debía hacer.
- Hijo - Le contestó el General de
generales - debes empezar a construir tu templo.
Kan le miró extrañado.
- Sí hijo, debes construir un gran templo
que refleje tu sabiduría y tu poder. Pero primero has de aprender a
construirlo.
- Kazo sentó a
su hijo en sus rodillas
- Hace tres lunas que has cogido una pala
y te has puesto a escarbar tú solo en la dura tierra...
Kan no salía del asombro ante las palabras
de su padre, el no había cogido ninguna pala y menos escarbado. Esperaba que no
se le hubiera pasado ninguna importante obligación por alto!
- ...Te has puesto a escarbar porque lo
primero que hay que hacer antes de construir un templo es crear los
cimientos.
- La cara del viejo Samurai
reflejaba un amor que reconfortaba a su hijo y le incitaba a escuchar
atentamente - en estas dos últimas semanas se han unido a ti un total de tres
personas que hasta el momento te han animado a escarbar mejor y más rápido. Sin
embargo, lo que necesitas es que esas personas te ayuden a escarbar unos
cimientos sólidos y profundos. Para que así tu templo
sea fuerte y resistente frente a los elementos. Si ellos no te ayudan, tú sólo
lograrás crear un pequeño agujero en la tierra sobre el que construir una débil
sombra de un templo, una sombra que se derrumbará en cuanto soplen los primeros
vientos.
En la mente de Kan iba empezando a brillar
la llama de la comprensión y el entendimiento.
- Para que tu templo sea resistente no
sólo han de ser de primera calidad sus materiales, sino que también sus
cimientos han de ser sólidos y estar fijados sobre la dura roca que se
encuentra a muchos metros enterrada en la tierra. - La grave voz del Samurai penetraba en la imaginación de su hijo creando
imágenes de él y sus Samurai escarbando sonrientes y
en equipo en la tierra, poco a poco pero cada vez más rápido - Para ellos
necesitas a mucha más gente que tú y tu guardia personal de tres personas,
incluso que una guardia personal completa de Siete Samurai.
Necesitas que toda una tropa te ayude a escarbar los cimientos de tu templo.
Necesitas llegar a la dura y sólida roca "madre" para que tu templo
sea lo más sólido posible.
Kan estaba asustado, su mirada se perdía
por toda la habitación, ¡una tropa entera!
- Padre, ¿Cómo puedo reclutar y formar a
una tropa entera? ¡Yo solo no puedo!
- Hijo, recuerda... no estás solo, ahora
cuentas con tu tropa personal para que te ayude. ¿No les has enseñado todo lo
que sabes?
- Sí Padre, día a día.
- Entonces... que les impide a ellos hacer
lo mismo que tú haces...
- ¿Hacer qué padre?
- ... enseñar a otros nuevos Samurai!
- Pero... entonces... ya no serían mi
escolta personal, tendrían su propia escolta personal y... ¡Claro! ¡Seríamos toda
una tropa!
- Exacto, tu debes encontrar a tus Siete Samurai,
ahora tienes tres aprendices que quizás no se conviertan en Samurai,
sin embargo puede ser que sí se conviertan en verdaderos Samurai
mientras enseñan a otros a convertirse en Samurai. -
El viejo Samurai sacó una moneda de su bolsa y la
puso en el centro de la mesa. - Esta moneda eres tú hijo mío. - Ahora cuentas
con tres personas más. - tomó otras tres monedas y las dispuso en círculo,
dejando a la moneda que representaba a Kan en el medio. - Formáis un equipo de
4 personas, pero si cada uno de tus tres aprendices de Samurai
tomara a otros tres aprendices a su cargo y les enseñara... - Kazo tomó nueve monedas más y las dispuso en un círculo más
amplio alrededor del existente. - Entonces ya seríais un equipo de 13 personas.
- Kan miraba con curiosidad las monedas - ¿No son más poderosas 13 personas que
4?
- Sí Padre, creo que lo entiendo.
- Ahora mira lo que pasa si en vez de tres
aprendices cuentas con Siete Samurai - Kan sacó ocho
monedas de su bolsa, dispuso una en el medio, apartada del grupo de 13 monedas
y dispuso las otras Siete formando un círculo alrededor de la central - Este
del medio serás tú, hijo mío, cuando seas un verdadero Samurai
y estas monedas representan a tus Siete Samurai - Kazo resaltó este hecho - Este es el equipo perfecto, por
el que todos hemos de luchar para alcanzar.
- ¿Por qué Padre? - Preguntó intrigado
Kan.
- Siete hijo mío
es el número perfecto, sobre todo para los equipos. Si un equipo es mayor de
Siete, es muy difícil de controlar y de formar, es difuso como el aire pues
siempre hay partidismos. Y si es menor de Siete, siempre está incompleto, nunca
existirá verdadera unión y camaradería porque si uno sólo falta, el equipo es
débil.
Sin embargo! Si
existe un equipo de Siete Samurai todos están unidos,
los lazos de camaradería y la amistad se hacen casi irrompibles y su trabajo en
equipo es perfecto. Ya lo decían los antiguos... ¡SIETE SAMURAI PUEDEN MOVER EL
MUNDO!
Kan reflexionó sobre las palabras de su
padre, era cierto su equipo de tres personas era muy débil, no existía
verdadera camaradería y pasión en los asuntos que trataban y si fueran
demasiados, veinte o más sería un caos intentar enseñar algo a todos. Sin
embargo un equipo de 7 personas sería perfecto, estarían unidos como un grupo
de amigos mientras trabajan, y serían fuertes ante cualquier ataque.
- Ahora imagínate que cada uno de tus
Siete Samurai adiestra a su propia guardia personal
de Siete Samurai - Kan extrajo un gran puñado de
monedas y las fue colocando una a una en una sobre la mesa, alrededor de las
Siete monedas que representaban a los Siete Samurai
de Kan - Todas estas personas serían también parte de tu equipo, y cada uno de
tus Samurai sería el capitán que dirige su propio
equipo... ¿Cuántas personas hay ahora en tu tropa Kan? - Dijo señalando el
enorme círculo de monedas.
- Son 57 personas Padre ¡Toda una tropa!
- Exacto, una tropa dividida en 49
soldados, 7 capitanes y un pequeño general... tú.
Kazo hizo una pausa para que todos esos números entraran
en la cabeza de su joven hijo Kan. La diferencia saltaba a la vista. El pequeño
círculo con 13 personas y el gran círculo de 57 samurai, un número que ya representaba poder y
fortaleza.
- Esta Kan, es la tropa que necesitas para
hacer los cimientos de tu templo... - El viejo Samurai
miró con ternura a su hijo, debía entender bien esta importante lección si
quería ser un verdadero Samurai en un futuro
cercano... si no lo consigues tu templo será frágil como una hormiga. Sin
embargo cuando lo consigas... tu templo será tan sólido como la roca, y ningún
huracán será capaz de doblegarlo.
Kan miró pensativo los dos montones de
monedas, desde el primer día se había jurado a sí mismo y a su padre que
trabajaría para convertirse en un verdadero Samurai,
y ahora que entendía la importancia de la lección que le acababa de dar su
padre... ¡Tenía que ponerse en acción!
- Padre! debo
dejarte, tengo que llamar a todos mis Samurai para
contarles lo que tú me has explicado. ¡Quiero formar el templo más sólido del
mundo! - Y de un salto marchó corriendo a ponerse en acción!
Su padre le siguió con la mirada pensando
que pronto, muy pronto su hijo le habría superado... y ese pensamiento le llenó
de orgullo el corazón.
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