Dime Aprendiz de Maestro
Samurai:
¿Qué hemos aprendido hasta
hoy?
Lo primero de todo , hemos aprendido la
Importancia del Entusiasmo, sólo con él puede uno trabajar de forma Eficaz y
Obtener Resultados (y por lo tanto Triunfar).
También vemos, que para triunfar, es necesario
saber separar el Oro del Barro, las Perlas de las Ostras Vacías, los Samurais de
las Bajas, el Trigo Bueno de la paja y el trigo Muerto.
Y bien ¿Cómo se hace para separar este trigo?
Como bien sabes se hace con el Ro y el Co, PERO para poder
hacer eso, primero hay que saber como hay que hablar.
¿Cierto?
El otro día hablabamos de la importancia de
tener una P Eficaz, que diese Resultados en forma de
Miles de Afiliados.
¿Y cómo hacemos para comenzar a
Abrir las Perlas?
Aprendiendo a Expresarnos correctamente. ¿Cómo?
Como siempre, siguiendo las Enseñanzas del
Manual Samurai:
IMPORTANTE
Recuerda Mentalmente el AICDRF
(Dia 6 a Maestro Samurai) y el Seguimiento (Dia 6 a Maestro Samurai), para poder enlazarlo a lo que
vas ahora a aprender.
EL
NEGOCIANTE
Hacía un hermoso día, el cálido sol de medio
día calentaba los viejos huesos de Otark.
El viejo negociante estaba sentado
delante de la puerta de su negocio, una suave brisa marina traía el dulce aroma
del mar y el experto comerciante disfrutaba de este momento de paz escuchando
los aterciopelados sonidos de las gaviotas mientras admiraba su blanco plumaje
contra el cielo azul.
Su lujoso comercio tenía fama en toda la región como el
más completo... y caro. Los precios de Otark duplicaban y triplicaban los del
resto de comerciantes de la región, sin embargo la extrema calidad y finura de
sus productos atraía a innumerables clientes todos los días. El experto
negociante les atendía a todos personalmente, o así había hecho durante toda su
juventud, y rara era la vez que salía un solo cliente de su comercio sin una
cara alhaja y una gran sonrisa en su cara. Sin embargo por lo que era famoso
Otark no era ni por sus riquezas, ni por la finura de sus telas o por la calidad
de sus productos. El viejo Otark era conocido por su gran corazón en toda la
región, había ayudado a un sinnúmero de necesitados durante su larga vida, y aún
ahora, con sus viejos huesos doloridos, todos los meses repartía personalmente
una buena parte de sus ganancias. Nunca permitía que un sólo niño se quedara con
hambre o que un mendigo pasara frío por la noche.
Mientras pensaba en esto,
se fueron acercando unos sonoros pasos, firmes y orgullosos, un sonido que el
viejo negociante identificaba como el andar de los soñadores, de los
triunfadores y de las personas acostumbradas a conseguir sus metas. El experto
comerciante abrió los ojos para recibir alegremente a su futuro apoderado
cliente para encontrarse... con un muchacho de la edad de sus nietos!!!
Otark
conocía a este muchacho vestido con ropas de Samurai , era el hijo de Kazo, el
general de generales Samurai. Quizás el cliente del viejo negociante que mayores
riquezas poseía, y uno de los pocos que le superaba en oro y joyas.
- Buen
día Kan! ¿Qué feliz viento te ha traído a hacer compañía a este pobre anciano? –
Pronunció el experto negociante con una sonrisa en la cara que era reflejo de su
enorme corazón.
- Saludos Otark! - dijo Kan usando el saludo formal entre
Samurais - Me traen dos vientos distintos – contestó devolviendo la sonrisa - el
primero de los vientos quiere comprarte una botella del mismo vino que te compra
mi padre. Y el segundo – continuó el joven Samurai mirando directamente a los
azules ojos del anciano - quiere pedirte un favor.
- En esa estantería tienes
el fino vino que tu padre me compra para las ocasiones especiales, hazme el
favor de cogerlo tú mismo, pues mis viejos huesos llorarían amargamente si les
privara de este bendito sol. - Dijo el viejo negociante con astucia - Ten
cuidado con ese exquisito vino pues es fino y dulce como pocos y su olor
acariciará tu nariz como sólo puedes haber soñado. Sin embargo su fuerza se
esconde tras su dulzura, como si de una bella mujer se tratara, y si te apuras
bebiéndolo padecerás el mismo dolor que si esa hermosa mujer hubiera roto su
casco contra tu cabeza. - Y terminó la frase con una carcajada que Kan no pudo
reprimir imitar- En cuanto a tu segunda petición... me la figuro - Dijo
pícaramente el anciano - Supongo que quieres que te haga una rebaja en el precio
para poder regalarle la botella a tu padre ¿No es así?
El viejo negociante
escrutó la mirada del joven para ver su reacción y se asombró al descubrir una
pura inocencia sumada a la firmeza de un guerrero acostumbrado a la lucha.
-
No, el precio lo puedo pagar bien! - Dijo sonriendo y posando dos monedas de Oro
encima del mostrador como pago por la botella - Lo que quiero es que me enseñes
a hablar como tú.
Tal fue la sorpresa que esta afirmación causó en el anciano
negociante, que se hubiera caído del cómodo banco en el que estaba recostado...
si no fuera por que Kan reaccionó con los reflejos de Samurai y lo sujetó por
los hombros.
- ¡ES INCREÍBLE! - Pronunció Otark - Llevo esperando más de
cincuenta años a que mis hijos o mis nietos me hagan esa pregunta... y al final
es un polluelo de Samurai quien me lo pide!
El joven Samurai no sabía si
sentirse halagado o herido ante la afirmación del anciano, por si acaso acalló
las palabras que iba ha proferir anunciando que ya era un verdadero Samurai, y
en su lugar dijo.
- Naturalmente puedo pagaros, no pretendo que desperdiciéis
vuestro tiempo... - Kan se sonrojó - Me haríais un gran favor si aceptarais
enseñarme, os lo ruego.
-¡Qué dices! ¿Pagarme? Eres tú el que me haces un
honor a mi. - Los ojos del anciano brillaban como en sus tiempos jóvenes - Debes
saber que todos los hombres, al llegar a cierta edad, tenemos una necesidad
imperiosa de enseñar lo que sabemos a alguien para que nuestros conocimientos y
experiencia no se vean perdidos con nuestra muerte... Y yo hace ya mucho tiempo
que la he alcanzado! Pero pasemos adentro y pongámonos cómodos, que todavía el
día es joven y tenemos mucho tiempo para hablar.
La habitación era grande y
espaciosa, una chimenea calentaba la estancia, mientras que el crepitar del
fuego resonaba mezclándose con el suave olor, de las finas maderas, con las que
Otark lo alimentaba. El conjunto de estas sensaciones, sumadas a la maravillosa
visión de los azules y verdes estampados en los tapices que cubrían las paredes,
sumía la habitación en un remanso de paz. La habitación carecía de ventanas, sin
embargo una cristalera en el techo tornaba los dorados rallos del sol en
hermosos dardos azules y verdes. El corazón de Kan reposaba tranquilo en su
pecho mientras observaba tal belleza.
- Esta es mi sala mágica - comentó
Otark mientras arrojaba los últimos troncos al fuego - aquí me relajo después de
cada jornada y dejo que mi mente vuele libremente en busca de ideas que me
permitan mejorar mi corazón y mi alma.
- No debe de ser difícil entre tanta
belleza! - Exclamó asombrado Kan - ¡Debe de haberte costado una fortuna!
-
Nada es demasiado caro cuando de alimentar el alma y el espíritu se trata, pues
son la única parte de nosotros que perdurará una vez que se caigan estos harapos
a los que llamamos cuerpo - dijo entristecido el anciano negociante - Pero ahora
pongámonos cómodos, recostémonos sobre estos maravillosos cojines, que han sido
rellenados a mano por doncellas chinas, usando para ello sólo las más suaves
plumas de los patos más bellos. Y alimentemos nuestro cuerpo, deleitando a
nuestro paladar con estos los más exquisitos manjares. Que yo alimentaré tu
ansia de conocimiento mientras mi alma se reconforta con la visión de este, mi
pequeño paraíso.
El joven Samurai se recostó como le mandó el sabio
comerciante y tomando una exótica fruta probó su dulce néctar, aun sin apetito
pues su emoción por los conocimientos a adquirir atenuaba cualquier otra
emoción.
- Lo primero que has de aprender es a ordenar tus ideas. Sólo así
podrás comunicar con claridad.
- Yo tengo las ideas muy claras - repuso Kan -
o eso creo!
- Pues acabas de demostrarme lo contrario! Has de aprender a
ordenar tus ideas pues existe una manera de exponer estas ideas de tal forma que
penetren de la mejor forma posible en la mente de nuestro interlocutor. De la
misma manera que una flecha surca el viento desde su arco hasta su objetivo, tus
palabras deben surcar el aire desde tu boca hasta tu oponente. Y de igual manera
que un experto arquero sabe abatir dos pájaros de un solo tiro, el experto
negociador sabe alcanzar el cerebro y el corazón del que escucha con las mismas
palabras.
Kan estaba pensativo ¿Cómo se podía llegar a la razón de un hombre
y al mismo tiempo a su corazón? ¿Cuál era la forma de ordenar sus ideas y
convertirlas en palabras?
- Para ello has de seguir cinco pasos muy definidos
con tus palabras – continuó el experto negociante - Escucha atentamente, primero
de todo tendrás que obtener la total atención de tu interlocutor. Si no lo
consigues tus palabras y tus razones caerán en la nada del olvido, en cambio, si
logras atrapar la total atención de tu interlocutor, todo lo que digas será
asimilado por su razón. Esto de por sí ya es un enorme logro, porque tú quieres
que te escuchen ¿No es así?
- Sí maestro - Kan pronunció sin querer la
palabra maestro lo cual se reflejó en una pequeña arruga de vergüenza en su
cara, Otark sabio como pocos en el conocimiento del corazón de los hombres se
enorgulleció ante su nuevo título y continuó .
-¿Qué harás después de captar
la atención de tu interlocutor? - El anciano acalló con un gesto de su mano a su
discípulo - Después has de despertar su interés... ¿Cómo ? existen mil formas,
sin embargo la mejor y la más eficaz consiste en resaltar la mayor ventaja...
¿De qué?, de lo que obtendrá tu interlocutor si te hace caso ¿Por qué? Porque la
atención es algo muy voluble, es algo que se puede atrapar con una frase, una
pregunta... y que puede perderse por el simple batir de las alas de una
mariposa. Por ello has de crear un interés que corroa por dentro a tu
interlocutor, has de hacer que desee escucharte, que se sienta tentado, que
quiera saber más... sino consigues esto entonces habrás perdido la batalla justo
en su inicio pues habrá otra cosa que distraiga su atención; en cambio, si
consigues despertar el interés en lo que estas diciendo... cada palabra que
pronuncies será como una gota de agua para un sediento. Y absolutamente todas
las razones que des serán escuchadas y analizadas una por una, con lo que si tu
razonamiento es justo y veraz conseguirás calmar su sed y ¿Cuán grande es el
agradecimiento de un sediento al cual le das de beber? Ahora has de tener
cuidado, pues si el agua que le das está opaca o agria... sólo conseguirás que
su odio sea enorme.
- Anciano, entonces... ¿Cómo puedo despertar el interés?
– Preguntó Kan - Me dices sabiamente que debo hacerlo resaltando alguna cuestión
importante para él, algún beneficio que vaya a obtener, algo que sea de su
interés al fin y al cabo – Otark asintió con la cabeza en señal de
reconocimiento - Pero... ¿Cómo he de hacer esto? ¿Acaso he de soltar un discurso
previo a mi razonamiento?
- No pequeño Samurai , si así lo hicieras sólo
lograrías hacer pensar a tu interlocutor que eres un farsante y un cuentista,
con lo que te expulsaría de su lado al instante - El anciano hizo un violento
gesto para resaltar este hecho - Tanto la atención como el interés has de
despertarlos con una sola frase, cuanto más breve mejor.
El joven Samurai
bajó la mirada, las palabras del anciano negociante eran sabias, pero como suele
suceder con las palabras sabias eran complejas como pocas ¿Realmente se podía
lograr lo que el experto negociante decía? Sin duda había que ser mucho más
experto y conocedor en el corazón de los hombres para lograrlo, de lo que él lo
era. Quizás cuando creciera un poco más lo comprendería.
- Kan! ¿No quieres
llegar a ser un Samurai como tu padre? Si no te gustan mis consejos puedo
callarme!
- Claro que sí anciano! Sólo estaba meditando – Otark se reía
ostensiblemente - Por favor continuad , os escucho... – Continuó Kan vacilando
ante la estruendosa carcajada del experto negociante.
De repente Kan se dio
cuenta. ¡El anciano le había tomado el pelo! El muy astuto sabía cuales eran las
dudas que azotaban su alma y las había despejado todas de un plumazo. Ahora era
el joven Samurai el que se reía a pleno pulmón! Y eso que él había creído que
era difícil! Era imposible estar más distraído de lo que él había estado en esos
segundos, casi en estado de trance. Y con sólo pronunciar su nombre y dos frases
el sabio anciano había conseguido abstraerle de sus pensamientos, capturar toda
su atención y despertar su interés con un fervor que casi le había hecho rogar
al experto comerciante que continuase su relato. Los dos reían abiertamente, el
anciano negociante sentado sobre sus viejas rodillas y el joven Samurai tendido
sobre los suaves almohadones chinos.
- Anciano! ¿Acaso queréis reiros de mí?
– Contestó de repente Kan muy serio - Enseñarme más por favor, estoy deseoso de
aprender... - Al momento el anciano acalló sus risas, tomó aire para hablar... y
habría empezado a hablar si no se hubiera fijado en la gran sonrisa que
intentaba ocultar el joven inútilmente.
- Diablos pillastre! Me has vencido
con mis propias armas - El anciano no sabía si enfadarse o sentirse orgulloso
por tener un discípulo tan avezado - Has utilizado mis propias armas para captar
mi atención y despertar en mi el interés por hablarte! - y mientras se levantaba
continuó diciendo - Ven aquí! Descansemos mientras comemos algo. Que mi viejo
estómago me informa que no está lejos la hora de la comida y tengo aquí
guardadas las más sabrosas viandas. Sin duda no has probado nunca dátiles tan
sabrosos ni tan finos como estos, cuando los pones encima de tu lengua sientes
como se derriten en tu boca dejando correr sabores por tu paladar como ni en tus
más suculentos sueños habías imaginado ¿Quieres probarlos? Ten, coge uno - Dijo
mientras le tendía la bandeja
Kan instintivamente cogió un dátil y se lo puso
en la boca tal y como había dicho el anciano y cerró los ojos para saborear
mejor los coloridos sabores que comenzó a notar en el mismo momento en que cerró
su boca.
Al abrir los ojos encontró a un sonriente Otark sentado ante él . En
ese momento se acordó de una cosa que había olvidado momentáneamente, los
dátiles no eran plato de su gusto, hacía años que no los probaba y... sin
embargo estos le habían gustado, lo más curioso es que no se había resistido a
probarlos como usualmente estaba acostumbrado a hacer.
- Sí! - Pronunció el
anciano con cara sonriente - Conozco tu aversión a los dátiles, sin embargo
estos están rellenos de delicias y su sabor es totalmente distinto , estos
mismos fueron los que tu madre te ofreció la semana pasada y que tu rechazaste
durante horas a pesar de sus insistencias. Me lo contó tu padre hace dos días
mientras me compraba un par de esas botellas de vino que tanto le gustan.
-
Entonces... - respondió el joven Samurai desconcertado - ¿Me has hechizado? ¿Qué
truco has usado para engañarme? Pues no recuerdo que me forzaras, más bien al
contrario cogí yo mismo el dátil de buena gana y lo probé esperando el
maravilloso sabor que me habías prometido. Por favor explícamelo y... ¿Puedo
coger otro?
El anciano le tendió la bandeja llena de dátiles por respuesta y
Kan empezó a saborearlos distraídamente mientras escuchaba al anciano.
- No
he usado ningún hechizo mi querido aprendiz - Empezó el maestro - sólo he
ordenado mis ideas y las he expuesto de tal forma que tú las has aceptado como
una gran verdad, debido a que he conseguido llegar a tu cerebro y a tu corazón
al mismo tiempo... o en esta ocasión a tu estómago que es un órgano muy parecido
– Otark sonrió y Kan respondió con otra sonrisa mientras se limpiaba con la
manga un reguero de dulce de su boca. - Si recuerdas mis palabras exactas lo
primero que hice fue captar tu atención. - El anciano guardó un momento de
silencio para que Kan pudiera recordar sus palabras exactas - Lo cual hice con
un simple "Ven aquí!" Estas dos palabras captaron tu atención, y mis siguientes
palabras despertaron tu interés - El joven Samurai las recordaba bien, eran
"Descansemos mientras comemos algo" y asintió con la cabeza para darle a
entender al anciano que las recordaba - Esas palabras crearon interés en ti
porque llamaron a dos naturalezas básicas de todo ser humano, sea hombre o
mujer, anciano o joven, que son DESCANSAR y COMER - pronunció resaltando las
palabras con un gesto - a ti, naturalmente, te interesaba tanto el descansar
como el comer, así que tu interés se dirigió hacia a mí intentado averiguar que
era lo que te ofrecería... hasta ahí conoces los secretos que utilicé . - El
experto negociante puso cara de complicidad - Pero el secreto que no conoces es
qué hay que hacer después de despertar el interés en tu interlocutor - El
anciano guardó intencionado silencio forzando a Kan a meditar sobre el
asunto.
- Recuerdo que me dijiste que tú tenías hambre y que ya era hora de
comer y que tenías comida guardada - Kan intentó descubrir el gran enigma que
contenían esas palabras, sin encontrar más que simples palabras – No-sé maestro,
sólo me diste razones por las que comer, no veo ningún secreto - El joven
Samurai tenía una cara tan compungida que el anciano casi sentía remordimientos,
pero quería que fuera él mismo quien lo descubriera, pues esta era una lección
muy importante.
- ¡Ahí está el secreto! - Exclamó el anciano al fin - Una vez
que has captado la atención de tu interlocutor y que has despertado su
interés... debes convencerlo de que lo que dices es cierto, veraz, que tiene
sentido y lo que es más! ¡Que tienes toda la razón del mundo! - Los ojos del
anciano le decían a Kan que algunas veces la sabiduría no es más que lo
cotidiano disfrazado de genialidad - Y.. ¿Que mejor forma para convencer que con
razones? Por eso antes te decía que si para calmar la sed del interés de tu
interlocutor utilizas aguas turbias y agrias sólo conseguirás que te rechace,
porque si tus razones no son verdades, irrefutables, si escondes en ellas
segundas intenciones o quieres dártelas de interesante haciéndolas complejas e
inescrutables... sólo conseguirás que tu interlocutor desconfíe de ti, y te
expulse de su lado, pues creerá que quieres engañarle... - la cara del anciano
se volvió placentera y relajada, un ligero brillo teñía sus viejos ojos con una
fuerza insólita para un hombre de su edad - en cambio, si le das de beber al
sediento las aguas claras de la razón, si tus razones son verdades irrefutables,
si sólo albergas buenas intenciones en tu corazón, y tus palabras son lógicas y
razonables... calmarás la sed del sediento y su agradecimiento y amor por ti
serán enormes, con lo que estará bien predispuesto para hacerte buen caso, pues
reconocerá en lo más hondo de su cerebro, de su razón, que eres un hombre justo
y que no albergas malvadas intenciones contra él.
Kan guardó silencio un
segundo mientras meditaba las palabras del anciano, eran ciertas y sabias,
¡quizás más aun que las de su padre! El joven Samurai repasó mentalmente la
manera correcta de expresarse. Primero había de captar la atención de su
interlocutor, podía ser con una afirmación sorprendente, una pregunta
llamativa... o simplemente pronunciando su nombre o con una frase común y
corriente que hiciera que le escucharan, aunque sólo fuera momentáneamente, era
todo lo que se necesitaba, realmente ¡había mil formas distintas! Llamativas,
comunes, cortas, largas... y todas eran válidas! Sólo era necesario captar la
atención ¡Y esto era muy sencillo en sí! Después sólo había que dar una razón a
su interlocutor para que le escuchara ¿Y como se hacía esto? Sencillamente
¡¡¡Despertando su interés!!! Podía hacerse con una pregunta, con una frase
positiva, incluso con un gesto! De mil formas distintas, aunque como le había
dicho el anciano, para ello lo mejor era dejar entrever algún beneficio que el
interlocutor obtendría si le escuchaba. Igual que cuando su padre le decía que
si leía atentamente las antiguas escrituras Samurai conseguiría llegar a ser un
verdadero Samurai, estas palabras siempre habían suscitado en él el interés y el
ansia por leer esos escritos ¡Porque deseaba ser un verdadero Samurai! Sin
embargo luego eran los escritos los que realmente le enseñaban las expertas
artes de los Samurais y la frase de su padre no era más que un anzuelo que le
hacía picar y enredarse en el sedal de la sabiduría y el conocimiento. De la
misma forma que el despertar el interés del interlocutor sólo era un anzuelo
para que este escuchara con ansia las razones y la explicación de lo que tanta
curiosidad le despertaba. Estaba claro que el objetivo de captar la atención del
interlocutor estaba sólo en lograr que este escuchara la frase que iba ha
despertar su interés... el interés no era más que un sutil anzuelo mental para
conseguir que su interlocutor escuchara su razonamiento.
Tenía mucha lógica,
pues muchas veces mientras había estado explicando las ventajas de ser Samurai a
algunos candidatos... estos se habían marchado dando excusas que Kan creía haber
dejado claras. La razón de que esto fuera así es por que no tenía ni su interés
ni su atención, con lo que sus palabras caían en alas del viento sin surtir
ningún efecto. Desde ahora recordaría y aplicaría estos tres pasos fundamentales
antes de expresar sus ideas en voz alta!
- Creo que lo he entendido al fin -
Dijo kan después de pasarse muchos minutos meditando sobre las palabras del
anciano - Por fin sé como expresarme de forma lógica y ordenada. ¿Ya lo he
aprendido todo maestro?
- Si has aprendido esto - respondió pacientemente el
sabio negociante - sin duda sabes ya más sobre como hablar y convencer a los
hombres que muchos grandes hombres de ciencia. Hasta ahora has aprendido a
hablar a la razón de los hombres, que es la que rige sus pensamientos y sus
ideas, sin embargo lo que rige las acciones de los hombres no es su cerebro,
sino su corazón. Todos los hombres somos esclavos de nuestros sentimientos,
ellos rigen cada una de nuestras acciones y son los que deciden lo que realmente
hacemos... aunque no lo queramos reconocer y pretendamos dejarlos de lado, hemos
de recordar que el corazón es quien bombea la vida dentro de nuestro cuerpo y...
cuando este deja de latir... nuestra vida se acaba inmediatamente. De la misma
forma rige también nuestras acciones. Podrás ver a un hombre realizar acciones
contrarias a sus ideales, como servir como un esclavo, luchar por un señor por
el que no cree o incluso vestirse con ropas que considera inapropiadas... pero
nunca veras a un hombre ir contra sus sentimientos sin sufrir hasta el extremo.
Puedes ver a un hombre matar a un enemigo contra el que no tiene nada, incluso
si matar va contra sus creencias morales, pero nunca le podrás ver matar a
aquellos a los que ama. Puedes ver a un hombre soportar hambre y sed sin hacer
nada por considerar que robar es injusto, sin embargo le veras robar y matar si
hace falta si los que pasan hambre son sus hijos. Puedes ver a un hombre
poderoso y sólo creer que es afortunado, sin embargo es infinitamente más feliz
la madre cuyo único tesoro es su hijo recién nacido. Quítale sus posesiones a
ese hombre y te insultará y retara, quítale su hijo a esa madre y te matará. -
Kan escuchaba con la boca abierta ante las duras palabras del anciano
maestro.
Al ver la sombra de la duda en la cara del joven Samurai , el sabio
anciano decidió ponerlo a prueba.
- Dime Kan, si vieras desde la lejanía que
unos bandidos están abusando de una mujer... ¿Qué harías?
- Sin duda los
atacaría para rescatarla y ayudarla - respondió convencido el joven
Samurai.
- Bravo por tu parte muchacho! ¡Muchos hombres más maduros y fuertes
que tú huirían temiendo por su vida! - El anciano estaba orgulloso ante la
respuesta del joven - Ahora bien, si los bandidos estos fueran treinta, todos
fuertes, robustos y armados... y por alguna casualidad del destino tú no
portaras arma alguna... ¿Qué harías?
- En ese caso, lo más prudente y eficaz
sería correr a pedir ayuda y a armarme, pues de nada serviría muerto y en el
suelo a esa pobre mujer - los ojos del joven Samurai se debatían incómodamente
por la habitación por los derroteros que estaba tomando la conversación. Otark
presuroso acabó de grabar a fuego la dura lección en Kan.
- Y dime Kan... si
descubrieses que esa mujer era tu madre ¿Qué harías? ¿Seguirías huyendo como un
cobarde?
- NO! - Kan se levantó de un salto indignado - cogería un palo, una
piedra, lo que fuese... ¡Y LOS MATARÍA A TODOS! - El odio forjaba los ojos y el
alma de Kan como nunca antes había sentido. En ese momento se sentía capaz de
enfrentarse a esos treinta hombres y acabar con todos uno a uno.
- Muy buena
respuesta Kan - Dijo el anciano mientras tranquilizaba al joven cogiéndolo por
un hombro - relájate, sólo es una suposición... - dijo mientras sentaba al joven
Samurai - Ahora dime honestamente... ¿Cómo acabarías con ellos?
- Pues... -
El rubor de la impotencia teñía las mejillas del discípulo - honestamente no lo
sé anciano, seguramente moriría - las lágrimas brotaban de los ojos del joven -
pero te aseguro que por mucho que mi razón me indicase que lo más seguro para mi
y para mi madre es correr y pedir ayuda... te aseguro...- y acabó de decir
mientras alzaba y apretaba fuertemente su puño derecho - te aseguro que me
enfrentaría a todos ellos aunque me fuera la vida en ello.
- Y con esa
decisión puede ser que hasta lograses vencerles - pronunció el anciano realmente
impresionado por la increíble furia contenida en la usual inocencia del joven -
Siento haberte hecho pasar por esto, pero... ¿Ahora entiendes que realmente es
el corazón quien rige nuestros actos? Puede ser que la razón te ordene algo...
incluso que esto sea lo más conveniente, sin embargo acabarás haciendo lo que tu
corazón te ordene. Por eso ningún hombre puede traspasar el desfiladero de las
Beldades...
Kan quedó sorprendido y pensativo a la vez. No existía duda
alguna, era el corazón el que tomaba la decisión final... si se conseguía que el
cerebro y el corazón estuvieran de acuerdo... el convencimiento era completo, y
no sólo el convencimiento, sino también el deseo. Realmente poder convencer a
alguien de algo y después hacerle desear ese algo... era un poder muy grande...
y muy útil! Con este poder se podría lograr lo que se quisiera en cualquier
campo de la vida! Realmente deseaba saber más...
- Entonces anciano - dijo
pensativo el joven Samurai - después de convencerme de que era hora de comer, me
hicisteis desear lo que ofrecías hasta tal punto que olvidé todas mis reservas
por los dátiles y los comí sin pensar...
- Así es, primero capté tu atención,
después desperté tu interés diciéndote que íbamos a comer algo, a continuación
te convencí de que era hora de comer y a continuación te hice desear la comida
que te ofrecía.
- Entonces la parte más importante de todas... - preguntó
dudoso Kan - ...es la de despertar el deseo?
- Eso es! - contestó orgulloso
Otark - Descubre cuál es el deseo de un hombre y minarás su libre albedrío.
-
Descubre cuál es el deseo de un hombre... - repitió lentamente el joven Samurai
para grabar esta frase en su mente - y minarás su libre albedrío... ¡Pero este
es un don fabuloso! - Exclamó entusiasmado - ... ¡Y muy peligroso!
- Estaba
esperando a que dijeras eso Kan - el sabio estaba sentado muy serio frente al
joven Samurai - esto que te estoy enseñando es un poder enorme, el poder de
dirigir a los hombres, el poder de minar su voluntad para que realicen lo que tu
deseas... debes tener mucho cuidado al utilizarlo. Sólo los más puros de corazón
han de utilizar este poder en caso contrario se convertirían en déspotas, en
dictadores. Pues aunque para llegar a controlar totalmente este don que hoy te
estoy enseñando necesitarás años de experiencia, durante los cuales habrás de
practicar esta forma de expresión en cada una de tus conversaciones... si lo
utilizas con fines nefastos, tarde o temprano se volverá contra ti y tendrás
masas de personas contra ti. En cambio, si lo utilizas sólo para el bien, para
ayudar a los demás, para guiar a los que necesitan guía, para aconsejar
sabiamente a aquellos que necesitan consejo, para ayudar a otros a cumplir sus
sueños y ambiciones... si así lo haces pequeño Kan, algún día, dentro de algunos
años llegarás a ser un hombre entre los hombres, muchos serán los que te
seguirán y tu voz será aclamada por las masas. Tu éxito será mayor del que
puedas imaginarte y miles de hombres pronunciarán tu nombre con respeto y
admiración. Al principio serán sólo unos pocos, después el número irá creciendo
progresivamente... y al final podrás gobernar reinos, dirigir ejércitos o
cualquier otro objetivo que te propongas, pues por cada persona que conviertas a
tu causa tu poder se doblará . Sé que en tu ejército soleis decir "Siete
Samurais pueden mover el mundo", y es cierto, ahora imagínate el poder de Cien
Samurais, de Mil Samurais, de Diez Mil Samurais... ¿Qué no pueden hacer Diez Mil
Samurais? El don que hoy te doy te permitirá dirigir a más de Diez Mil
Samurais... ¿Es eso lo que deseas?
- Sí SÍ! - Kan se levantó de un salto, sin
saberlo Otark había conseguido descubrir su sueño - Eso es lo que deseo y ese es
mi objetivo, reclutar, formar y adiestrar al más grande ejército Samurai de
todos los tiempos. Llegar a ser conocido por mi poder y amado por mi generosidad
y mi justicia. Maestro! - Dijo sentándose – sé que no me lo has contado todo. Yo
ya sé que es necesario despertar el deseo para lograr que mi interlocutor haga
lo que yo quiero, sin embargo no sé como hacerlo ¿Cómo se habla al corazón de
los hombres?
- Eso es muy fácil jovencito - Otark sonreía ante la pregunta de
Kan, esta parte quería haberla guardado para otro día pero el joven Samurai era
más avispado aún de lo que el anciano había calculado - El deseo es una frágil
planta que nace en el campo del convencimiento, si este campo es frágil e insano
la planta crecerá mustia hasta morir en forma de desilusión y amargura... si por
el contrario este campo esta bien formado y es fértil, la planta crecerá hasta
convertirse en un poderoso roble. Para ello, después de crear un sólido
convencimiento con unas razones lógicas y unas verdades irrefutables, habrás de
plantar primero la semilla del deseo, primero habrás de hacer que tu
interlocutor imagine perfectamente el objeto o la situación de la que le hablas,
apelando a todos sus sentidos. Si es una fruta descríbesela... y hazlo de una
forma que resulte insinuante, apetitosa, no es lo mismo decir "una manzana en el
árbol" que da una idea vaga de la fruta, que decir "En el árbol reposa una
hermosa manzana, roja, apetitosa, madura. El viento la mece suavemente mientras
esparce su agradable aroma por el verde campo. Repleta de vida espera
pacientemente a que algún paladar audaz disfrute de su maravilloso néctar.
Mientras tanto su suave piel rojiza acaricia a sus hermanas". - El joven Kan se
relamió ante la descripción de su sabio maestro, el cual al ver la reacción de
Kan continuó sonriendo - Una vez que le has hecho imaginar bien el objeto o la
situación has de hacerle imaginar que disfruta de él "Ahora imagina que coges
esa apetitosa manzana entre tus manos, siente su suave piel contra el borde de
tus labios, su dulce aroma acaricia tu olfato haciéndote desearla, miras la
manzana, es grande y roja, parece una fuente de vitalidad, por fin la muerdes,
con fuerza, con ímpetu. Y un maravilloso néctar inunda tu boca, su sabor hace
estremecer tu paladar, su pulpa de deshace poco a poco en tu boca haciéndote
disfrutar como nunca antes has disfrutado comiendo. Sientes como su vigor
penetra en tu cuerpo devolviéndote la fuerza y ves como tus músculos recuperan
su fuerza" - El anciano se acercó al armario y cogiendo una hermosa manzana se
la lanzó al pobre Kan que estaba literalmente babeándose ante la descripción del
anciano maestro, enseguida la agarró al vuelo y la devoró a grandes bocados
mientras el anciano negociante se reía a carcajada limpia. - Pues bien, se
supone que antes de decir esto le has convencido de que las manzanas son buenas
para el cuerpo, después le describes la manzana haciendo que se la imagine y ha
continuación haces que se imagine disfrutando de todo aquello que puede suponer
una ventaja para él. En ese momento has logrado despertar el deseo, has logrado
hablar a su corazón y este te ha escuchado, ahora que su corazón te está
escuchando es cuando debes hablarle finalmente para hacer que realmente haga lo
que deseas... "¿Te imaginas a tus hijos disfrutando de estas manzanas? Si a ti
te ha hecho disfrutar así, si te ha hecho tanto bien a ti... ¿Qué no hará por
ellos? ¿Y qué padre no quiere que sus hijos disfruten de la mejor comida para
que crezcan sanos y fuertes? ¿Te imaginas lo contentos que se pondrán cuando les
des una manzana a cada uno y la prueben? ¿Te imaginas sus caritas de
agradecimiento? ¿Sientes como te abrazan con sus brazitos? y te dicen... "Te
quiero papa!" -
- Es decir - interrumpió el joven Samurai - que ahora doy
donde duele ¿No es así?
- Bueno... - el anciano se reía de la bastedad de Kan
- Más o menos, puedes decirlo así... - Sus carcajadas resonaron por toda la
habitación - lo que quiero decir es que después de haber despertado el deseo
tienes que hablar directamente a los sentimientos, amor, fraternidad, amistad,
familia... lo que realmente importa en la vida. De esa forma quedará totalmente
desarmado.
- ¿Y después? – Preguntó curioso el pupilo.
- Bueno, hasta
ahora has llamado su atención, has despertado su interés, le has convencido de
que lo que dices es cierto, le has hecho desear los beneficios que obtendrá
haciéndole imaginar y vivir estos beneficios y al final has hablado directamente
a su corazón para aunar la fuerza de la razón, el deseo y el amor a tu favor,
así que ahora sólo te queda... - el sabio hizo una pausa dramática y utilizando
un cojín por espada azoto con él a su joven pupilo mientras exclamaba -
REMATAR!
Kan pillado por sorpresa se encontró tendido en el suelo, derribado
de su asiento por un enorme cojín de plumas que se rompió en el impacto
provocando una lluvia de plumas suaves y blancas como la nieve que se
dispersaban lentamente por toda la habitación.
- Parece que a mis 92 años
todavía puedo vencer a un joven Samurai!!! - Exclamó riéndose Otark.
Por
respuesta el joven Samurai estalló en unas enormes carcajadas que le hicieron
atragantarse con un puñado de plumas.
- ¿A qué te refieres con rematar? -
Preguntó por fin Kan cuando consiguió recuperar la respiración.
- A que hasta
ahora has comunicado tus ideas a tu interlocutor para conseguir que haga alguna
cosa... así que es hora de decirle que lo haga.
- ¿Y cómo hago esto? Supongo
que es la frase más delicada de todas - exclamó convencido el joven pupilo
mientras sacudía las últimas plumas de su kimono.
- ¡Que va! es la más
temida... y la más fácil – contestó sinceramente el anciano - Solamente has de
decirle que lo haga de la forma más natural del mundo. Date cuenta que su razón
está convencida de que es justo, él desea hacerlo o poseerlo, y su corazón
siente que tiene que hacerlo... - La conclusión era tan lógica que dejó que
fuera el propio Kan quien acabara la frase.
- Así solo falta darle el último
empujoncito moral para que lo haga... - el alumno estaba sorprendido por tal
sencillez - ¡Cómo cuando con los dátiles me dijiste simplemente... Coge uno! Yo
creía que era lo justo y deseaba hacerlo, así que simplemente reaccioné ante tu
orden sin pensar y lo cogí.
- Exacto, en el ejemplo de las manzanas, si las
estuvieramos vendiendo a un padre simplemente le preguntaríamos... ¿Cuantas
quieres? ¿Sólo seis o toda una docena?
- Es decir - repuso el joven – le
dejamos que decida.
- No! Eso nunca! Si no quieres arriesgarte a echar todo
el trabajo a perder! - Exclamó el experto negociante - Nunca has de dejarle
decidir directamente, naturalmente que es él quien decidirá. Sin embargo para
muchas personas tomar hasta la más pequeña decisión supone un terrible esfuerzo.
Lo que debes hacer son dos cosas, o simplemente decirle que lo haga... o mejor
aún, darle a escoger entre dos opciones, así sentirá que es él el quien manda...
aunque realmente serás tú quien impondrás las condiciones. Por ejemplo si le
dices ¿Quieres este o prefieres este otro? Le inducirás a que escoja uno de los
dos - Y añadió después de una breve pausa - Normalmente escogerá la ultima
opción sólo por que es la que mejor recuerda - sonrío al decir esto - y algunas
veces la primera por sentir que es él quien domina. Lo importante es que habrás
conseguido lo que quieres. En mi caso realizar una venta más, en el tuyo... que
un soldado cumpla órdenes o que pegue un salto, no sé lo que hacéis exactamente
los Samurais... – acabó de decir con un encogimiento de hombros.
- Realmente
Otark. - contestó Kan muy serio - Lo que usualmente hacemos es lo mismo que hoy
hemos hecho tú y yo - una mueca de incredulidad cubrió el rostro del anciano -
nos pasamos las tardes enseñándonos unos a otros lo que sabemos, pues es la
única manera de mejorar como Samurais y como personas. Naturalmente también
practicamos muchos sanos ejercicios y aprendemos y entrenamos con nuestras
armas. Sin embargo creemos que la mayor arma que puede poseer un hombre es su
cerebro - El anciano aprobó con un gesto positivo esta afirmación - así que nos
pasamos todas las tardes reunidos enseñándonos mutuamente lo que sabemos para
mejorar, algunas veces los más jóvenes contamos lo que hemos aprendido, aunque
usualmente son los más ancianos y veteranos Samurais los que se sientan delante
de hasta veinte jóvenes aspirantes a Samurai y les enseñan todo lo que saben
para que estos jóvenes se conviertan en verdaderos Samurais. Normalmente la
gente piensa que para ser un verdadero Samurai tienes que ser un hombre robusto
con grandes músculos y gran vitalidad, sin embargo lo que define a un verdadero
Samurai es su sabiduría y su gran corazón. Yo mismo que sólo tengo doce años soy
un Samurai reconocido - La cara de sorpresa de Otark no podría ser mayor si se
le hubiera aparecido un fantasma, miró la empuñadura de la espada katana del
joven y reconoció las marcas dorado-plateadas que le identificaban como un
verdadero Samurai - Hace poco que lo conseguí y soy el más joven Samurai que
existe. Sin embargo soy una muestra de que se puede uno convertir en un
verdadero Samurai a cualquier edad! - Kan miró fijamente al anciano como si se
le acabara de ocurrir - Tu mismo a tus 92 años de edad podrías convertirte
fácilmente en un Samurai. Imagínate! El más anciano y sabio Samurai! Sin duda te
pasarías las tardes sentado bajo el cielo azul sobre un verde campo, dejando
reposar tus viejos huesos al Sol mientras veinte jóvenes aprendices escuchan
atentamente tus enseñanzas. ¿Te imaginas sus caras de admiración después de cada
frase? ¿Eres capaz de escuchar sus susurros alabando la sabiduría de su maestro?
¿Acaso no desea tu corazón enseñar todo lo que sabes? Si quieres yo mismo puedo
hacerte Samurai. ¿Quedamos mañana y te enseño el campamento? ¿O puedes esta
misma tarde? Todavía quedan unas horas de luz - Terminó de decir mientras se
levantaba de los cómodos cojines y alargaba la mano para ayudar al anciano a
levantarse.
- Sí, todavía quedan unas horas de luz - exclamó el viejo
negociante mirando la colorida cristalera del techo cuando de repente se quedó
totalmente paralizado.
- ¡Serás pillastre Samurai mal nacido! - Exclamó
riendo Otark - ¡¡¡Pues has vuelto a liarme con mis propias artes!!! - Kan se
reía por lo bajo intentando que no le viera el anciano - Bueno, desde un punto
de vista técnico tendrás que pulirte un poco más, la fase de atención ha estado
bien, el interés ha sido perfecto - dijo poniendo cara de maestro severo - en
cuanto a tu razonamiento, tienes que aprender a ordenarlo un poco mejor, aunque
no está nada mal para un principiante de doce años... y cuando despiertes el
deseo describe más, llama más a los sentidos. La cuestión de hablar al corazón
es mejorable aunque ha sido eficaz. Eso sí! Ha estado muy bien eso de dar por
sentado el remate, levantarte y tenderme la mano, invita a la acción y eso es
muy bueno. Y ahora - dijo mientras recogía una capa de su armario vamos
corriendo al campamento mientras haya luz, que me has metido ganas de ser el
Samurai más viejo del mundo... y de enseñar a todos esos aprendices... - y
añadió mientras golpeaba el hombro del joven con una fuerza insólita para su
edad - ¡Vaya como aprendes pillastre!
- Es que he aprendido del mejor! -
Respondió Kan con una sonrisa mientras se frotaba su dolorido hombro.
- ¡No
me pongas excusas Samurai! – pronunció el sabio Otark mientras miraba fijamente
a los ojos a Kan - Se que vas a llegar mucho más lejos de lo que nunca nadie ha
logrado, sólo quiero pedirte una última cosa. Nunca utilices lo que hoy te he
enseñado por egoísmo o maldad, acabaría destruyéndote desde dentro. Utilízalo
para ayudar a los demás, para empujarles a conseguir sus objetivos y a ser
totalmente felices en la vida. Si así lo haces conseguirás ser el hombre más
poderoso del mundo. Un hombre puede llegar a ser aquello con lo que sueñe sólo
si trabaja todos los días por ello. Cara hora, cada segundo has de trabajar para
conseguir tus objetivos. Prométeme que lo harás así y que cada día intentarás
organizar tus ideas para expresarlas como hoy te he enseñado. Puede que al
principio cometas muchos fallos - dijo quitándole importancia al asunto con un
gesto de su mano - sin embargo, al final harás que esta forma de expresarte sea
parte de tu ser, y poco a poco los que te rodean te mirarán con mejores ojos,
con más amor y te verán como una fuente de sabiduría, como un modelo a tomar.
Entonces te seguirán allí donde tu digas, serán miles los que acudirán a
escuchar tus discursos. ¿Eres capaz de imaginarlos? ¿Eres capaz de ver a la
muchedumbre ansiosa por que les hables? ¿Eres capaz de imaginarte dándoles
ánimos, motivándoles y hablando a sus corazones? ¿Oyes su rugido contestándote?
¿Sientes el latir de sus corazones apoyándote? ¡No les decepciones! Anímales,
Motívales, Haz que sean más felices y que trabajen para cumplir sus objetivos en
la vida. Y sobre todo demuéstralo en tu propia carne, no dejes pasar un día, ni
una hora, ni un segundo en que cada fibra de tu ser trabaje para conseguir
aquello que deseas. ¡¡¡HAZLO ASÍ SAMURAI!!! ¡¡¡ACTÚA!!! Y conseguirás todo
aquello que deseas!
Kan miró a Otark con los ojos inundados de lágrimas, su
corazón latía salvajemente en su pecho y sentía correr por sus venas un poder
infinito, en su mente tenía los conocimientos y la voluntad para encauzar este
poder. A partir de este momento viviría para cumplir sus objetivos, tenía un
objetivo en la vida, el de ser él hombre más poderoso, más justo, más sabio y
más amado que nunca hubiera existido. Y juró por lo más sagrado que así
sería!
"El Inicio" nos enseñaba la Importancia del
Entusiasmo.
"Goletas Samurai" nos enseñaba Importancia de
Pescar Perlas.
Ahora, "El Negociante" nos enseña a como
Escribir nuestros Remates, las cartas que hemos de intorducir en nuestros Ro.
Y también nos enseña a como hablar, mientras
Contestamos las preguntas que nos envian nuestros
Afiliados.
¿Ves?
El Manual Samurai no es sólo un
Manual de Filosofía, es un Manual Práctico que contiene los Secretos que tenemos
que Aplicar para Triunfar.
Porque para Triunfar, Primero hemos
de Estar Entusiasmados (el Inicio), para poder trabajar Eficazmente.
Para poder trabajar Eficazmente, y
conseguir Resultados, hemos de Pescar Perlas (Goletas
Samurai).
Y hemos también de Hablar de la
forma Adecuada (el Negociante), tanto en los Remates preescritos del Ro, como cuando contestamos a las preguntas que nos envian
en el Co.
Como ves, todas las técnicas del
Manual Samurai, ha de aplicarse juntas para Triunfar.
¿Qué has de hacer
hoy?
La técnica del Negociante, se
aprende sólamente por medio de la práctica, lo que has de hacer es escribir dos
(2) cartas de venta "Remates" sobre el Curso Market 2000 ¿Cómo?
Simplemente toma El AICDRF, y el
Negociante, y aplica sus conocimientos para escribir un buen
Remate.
Escribemelo y Enviamelo. Así irás
tomando experiencia, una experiencia que te valdrá para Aprender a hacer de esa
forma de expresión un Hábito.
Y cuando esto sea así, podrás
escribir Remates casi Hipnóticos, y contestar a tus e-mails con el Poder de una
Montaña.
¡Adelante Futuro Maestro
Samurai!
Un Fuerte Abrazo! Fenix